Don Perlimplín ama a Belisa, Belisa ama a más hombres y Marcolfa cuida de Don Perlimplín mientras observa como inmola su corazón… Una versión de la Aleluya Erótica de Lorca sobre las turbulentas relaciones humanas que, como en un cóctel molotov, mezclan la dependencia, el enamoramiento, la juventud, la madurez, el sexo, la subida al cielo…, y la tensión de una flecha, en tres personajes de oscuro jardín que protagonizan esta historia de desamor… Lorca hizo de este personaje un héroe estilizado y trágico, desde ese personaje ridículo de las aleluyas, quiso sacarlo de esa farsa para dejarlo en un mundo de magia poética que sublima al amor con una muerte de regusto sagrado, a la que él llamará Aleluya erótica donde su Perlimplín es vencido en un ritual de sacrificio por enamorarse viejo… Por esto la relación que existe entre los tres personajes es singularmente de sacrificio, incluso en nuestra particular Marcolfa que se aleja absolutamente de esas caricaturas dieciochescas como la “doméstica perseverante”, en nuestra propuesta se enlaza al mundo siniestro y oscuro que ha generado Perlimplin en su jardín. Nuestra Marcolfa es joven como el sentimiento antagonista de Perlimplín, ella es otra flor más como Belisa.
Marcolfa y su señor tienen una particular relación entre amo, padre…, amor platónico. Belisa y su marido entre mujer, cuerpo y eternidad.
Y en común, un juego de distorsión de normas, que anticipa la crueldad del amor que envuelve a Perlimplín, un viejo que se hace pasar por un joven cubriéndose con una capa roja… Mostrando así, la esencia humana del deseo infinito y sexual. Todos son el anhelo y la fatalidad en un diálogo directo donde no sobra ni una palabra, que consigue envolver con una angustia limpia, el reconocido triángulo lorquiano: amor, muerte y eternidad
En palabras de la directora
Dice Lorca que esta función es un recorrido entre lo ridículo y lo sublime. Es una obra enmarcada en las constantes del autor, amor y muerte, que bajo la aparente sencillez de los ritos de paso, las aleluyas, y los personajes inspirados en las caricaturas dieciochescas, también existe un universo siniestro y oscuro que apenas se expresa con palabras. Es un viaje iniciático al desamor y un estético estado interno donde los tres personajes aman y desgarran al mismo tiempo dentro de un hermoso y oscuro jardín…, un amor, que como todos los amores de la literatura de Lorca, se convierte en un paseíllo entre el teatro, el dolor y la trascendencia… Y es por esto, por lo que el amor de Don Perlimplín, se convierte en un peligro entre la distancia y la proximidad con el resto de personajes (como en esas turbulentas relaciones humanas de la sinopsis), y así encontré una extraña similitud con Rest Energy, performance de Marina Abramovic de 1980, donde la tensión del arco y la flecha se convierten en una entrega de confianza mutua mientras corres peligro y buscas ese delicado equilibrio entre lo que te hace bien, y lo que te hace mal…